Daniel Pennac es un célebre escritor francés que nos deleita, en esta ocasión con una novela de corte autobiográfico: Mal de escuela. La obra representa un laudable esfuerzo education. No podemos ignorar, en este sentido, la influencia que tiene la familia y el entorno contemporáneo. Ofrece pues, como ya se ha avanzado, una visión autobiográfica de esta problemática en el sistema educativo que sacude con vehemencia en todo el mundo. Esta aproximación al fracaso escolar cobra una doble dimensión cuando el autor no solo rememora sus vivencias como protagonista del conflicto encarnando la figura del zoquete en sus años mozos, sino que también proporciona sus remembranzas y aportaciones particulares sobre la docencia, desde la experiencia como maestro en el sistema educativo francés y como escritor de renombre mundialmente reconocido. Así pues, tras la lectura del libro, nos topamos ante una serie de tópicos que evocan las reflexiones que se recogen a continuación.
En primer lugar, Pennac se califica como zoquete, que según la quinta acepción recogida en la 22a edición de la RAE, es una "persona tarda en comprender". Segun la propia descripción del autor, la definición encaja fielmente con su caso: a Pennac como a muchas otras personas en su niñez - y adultez - les cuesta comprender y esto es una realidad cuya mención no responde a ninguna motivación por agraviar la dignidad de estas personas, entre las cuales me incluiría en infinidad de ocasiones. Ahora bien, el quid de la cuestión radica en averiguar cual motivo se esconde tras esa zoqueteria -salvo en casos de patología o deficiencia en que la etiología del estado de zoquete tomaría, obviamente, otros derroteros. En este sentido, lo que nos propone Pennac es, al tiempo, simple y complejo. Simple porque el hecho de tener que conocer a las personas con quienes trabajamos, al alumnado, parece ser axiomático. Complejo porque, algunas veces, ese conocimiento mas profundo de las personas, de sus miedos y ansiedades, de sus virtudes y defectos, requiere un compromiso por parte de los docentes que no siempre están dispuestos a adquirir cuando ya han maculado la finalidad ulterior de su labor y transforman en enseñanza lo que debería ser educación. No es extraño encontrar docentes cuyo objetivo es, simple y llanamente proporcionar contenidos enciclopédicos; están enseñando, sí, y los alumnos posiblemente aprendiendo, pero no hay una relación de educación. No podemos ignorar, en este sentido, la influencia que tiene la familia y el entorno primario del zoquete. Son el grupo primero de socialización mientras que la escuela, se supone, representa la segunda fase de ese proceso de apertura al y descubrimiento del mundo. La influencia del primer grupo va a ser determinante para calificar a un alumno dado de zoquete o no, puesto que sus aptitudes y actitudes previamente adquiridas o potenciadas en su entorno familiar y social más inmediato lo predisponen a actuar de una forma u otra según la influencia sea positiva o negativa. En el caso de Pennac, por ejemplo, nada hacía pensar que sería un zoquete. Vivía en un entorno acomodado, tenía acceso a una biblioteca propia del estatus de su familia a mediados del siglo XX y, con todo, el niño salió zoquete a diferencia de sus hermanos. El motivo estriba en que, en ocasiones, se nos supone, desde la familia o entorno, que debemos tomar un camino para el cual nuestro reloj biológico aún no está preparado. La maduración es parte integral en los procesos de enseñanza-aprendizaje y en la relación educativa, para que estos sean eficaces. No es menos cierto el hecho de que hay niños y niñas más dóciles, es decir más susceptibles a la docencia (guardan, después de todo, una raíz etimológica) y otros que no lo son tanto, que entre sus intereses y motivaciones no están las grandes figuras de la historia sino los héroes y heroínas de los tebeos. Por tanto, concluyó esta idea con la necesidad de poner en alza que la educación es mucho más que un proceso de enseñanza e instrucción y que como fenómeno social, sus ramificaciones se extienden más allá de una relación reduccionista y unidireccional, entre los muchos ejemplos de los que Pennac fue testigo en su andadura profesional, podemos mencionar el de la muchacha que le declara "[...] tengo doce años y medio y no he hecho nada"[1].. Su falta de atención, su retraso en la comprensión del contenido que Pennac proponía viene motivado por un contexto que los induce y que menoscaba el amor propio de la niña en cuestión: a su padre lo acababan de despedir de la empresa y en torno a la mesa, durante la colación vespertina, se lamentó así: "tengo treinta y cinco años y no he hecho nada". Es pues el cometido del docente poner en marcha los mecanismos necesarios para rescatar al zoquete, liberarlo.
Aqui en este video de 7 minutos, unas frases hermosas. El miedo como el obstáculo principal en la vida escolar. Los niños y jóvenes devenidos consumidores como la esencial diferencia entre los jóvenes de ahora y los de antes (nada de "nativos digitales", sino un enfoque mucho más profundo). Las estrategias para superar el miedo en la escuela. La responsabilidad de distinguir entre deseo y necesidad, entre otras cuestiones.
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